La crisis mundial del agua no es un espejismo

La crisis mundial del agua no es un espejismo

Se acaba de celebrar el Día Mundial del Agua y la situación de los recursos hídricos no es la más optimista

‘Sé el cambio que quieres ver en el mundo’. Es el lema del Día Mundial del Agua 2023, celebrado este 22 de marzo y que pretende sensibilizar sobre la importancia de cuidar los recursos de agua en el planeta, un derecho humano en peligro.

Según la ONU, entre 2.000 y 3.000 millones de personas sufren escasez de agua en el mundo, y lo preocupante es que es una tendencia que se puede agravar con los años, especialmente en las ciudades.

El Informe sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo apunta que alrededor del 26% de la población mundial carece de agua potable, y que el 46% no tiene acceso a un saneamiento gestionado de forma segura.

Este documento indica que la población urbana mundial con escasez de agua se duplicará de aquí a 2050, alcanzando la cifra de los 2.400 millones de personas. Esta tensión hídrica se asocia al aumento del uso del agua (un 1% cada año) y a los fenómenos meteorológicos extremos propiciados por el cambio climático.

La escasez de agua en la UE

En la Unión Europea los sectores que más agua consumen son el agrícola, el de la energía y el de la industria manufacturera. La tensión hídrica afecta a más de cien millones de personas, y provoca un deterioro en la cantidad del agua dulce (por la sobreexplotación o la sequía) y en la calidad (por la contaminación o la eutrofización, el incremento excesivo de sustancias nutritivas).

Según el Índice de Explotación del Agua, la escasez del agua es más común en el sur de Europa: cerca del 30% de su población vive en zonas con estrés hídrico permanente, y hasta el 70 % sufre estrés hídrico estacional durante el verano.

Pero la escasez del agua no es un problema sólo de esta zona geográfica, porque está presente en las cuencas fluviales de toda la Unión Europea. Para paliarla, la Agencia Europea de Medioambiente lanza una serie de recomendaciones generales y así reducir el consumo de agua: tarificar el agua en función del volumen consumido; evitar los cultivos bioenergéticos en las zonas con escasez de agua; sensibilizar a la población con charlas, etiquetado ecológico, etc.; corregir las fugas en las redes públicas de abastecimiento; sancionar con más eficacia la captación ilegal de agua o incentivar el uso de aguas alternativas como las aguas pluviales, las grises o las residuales tratadas.

Las medidas adoptadas

La legislación europea ha adoptado medidas importantes para mejorar el estado del agua, como la Directiva Marco sobre el Agua, la Directiva relativa a las Agua Residuales Urbanas y la Directiva relativa a la calidad de las aguas destinadas al consumo humano.

Gracias la normativa se ha mejorado el tratamiento de las aguas residuales y se ha reducido el uso agrícola del nitrógeno y el fósforo; otro aspecto que ha mejorado notablemente es la calidad de las aguas de baño en zonas costeras e interiores.

Además, y en consonancia con la ONU, la UE aboga por una economía azul que reconozca la importancia del uso sostenible del agua de los mares y océanos como motores de crecimiento sostenible.

Pese a estas mejoras, el mensaje es muy claro: estamos viviendo por encima de nuestras posibilidades en relación al agua, y es cuestión de todos racionalizar su uso y reducir su demanda, en lugar de aumentar la oferta de manera insostenible.